"Mi historia, la historia de cómo me hice monja comenzó muy temprano en mi vida; yo acababa de cumplir seis años. El comienzo está marcado como un recuerdo vívido, que puedo reconstruir en su menor detalle. Antes de eso no hay nada; después, todo siguió haciendo un solo recuerdo vívido, continuo e ininterrumpido, incluidos los lapsos de sueño, hasta que tomé los hábitos..." (Aira, C. 1993 p. 3) Con esta frase, César Aira nos comienza a narrar su "ficción autobiográfica". Aparentemente nos hablará de un despertar espiritual; nada más engañoso, pero si nos cuenta de una ruptura tremenda, de una alienación identitaria del protagonista, de una percepción semántica y mañosa de su realidad, de un helado, de su padre y de la muerte que toca tres veces a su puerta.
César
Aira (nacido el 23 de febrero de 1949 en Coronel Pringles, Buenos Aires) es un
escritor y traductor argentino y un referente obligado de la literatura
latinoamericana contemporánea. Ha publicado alrededor de cincuenta textos entre
novela, ensayo y cuentos. A partir de 1993 ha seguido un ritmo de trabajo
intenso publicando de dos a cuatro textos por año. También escribe crítica
literaria de los estudios monográficos de Copi, la poetisa Alejandra Pizarnik y
el escritor británico Edward Lear, y tiene un libro llamado las Las tres fechas donde plantea la importancia de, al
momento de estudiar ciertos autores excéntricos, se debe de examinar el momento
en el que escriben, cuando finalizan las obras y cuando las publican.
En
diez capítulos, César Aira nos cuenta la historia de “Cesitar” Aira, un niñito
de seis años nacido en Coronel Pringles y que se muda a la ciudad con sus
padres. Tiene vagos recuerdos del pueblo que acaban de dejar, solamente sabe
que era inmensamente más feliz que cuando se mudan y que idolatra a su padre y
lamenta decepcionarlo continuamente, antes de eso, prácticamente nada. Su vida
quizá habría transcurrido tranquilamente en el sinsentido común y urbano de
cualquier chico de su edad de no haber sido por la fatalidad contenida en un vasito
de helado (postre que su padre se había empeñado en hacerle probar y disfrutar)
a partir de ese momento, Cesitar y su madre deben de enfrentarse a un mundo
inhóspito, indiferente y sobre todo incomprensivo. Además de no encajar en el
aula, con otros niños y en general en sociedad, Cesitar no encaja consigo
mismo lo que le obliga a cambiar su forma de verse a sí mismo y al mundo
desdoblándose en dos personalidades. Eventualmente, esto acarrea que tomé
prematuramente los “hábitos” e involuntariamente abandone todo lo que conoce a
través del mismo conducto de su desgracia: el helado.
Al
principio de la lectura, el personaje principal no tiene una personalidad
definida, pero es la típica identidad no delineada de un niño de seis años. Sin
embargo, después del punto climático (el episodio de la heladería), su
personalidad es sumamente adaptable; se interioriza a tal grado que no cabe en
la sociedad siendo definido, tanto en la escuela como en casa, como un
“taradito” o bien como alguien que hace las cosas solo por fastidiar cuando, de
fondo, tiene una estructura lógica totalmente distinta a lo que nosotros
entendemos como tal. “Por una manía, un capricho, una locura, que ni yo misma
he podido explicarme, saboteaba el trabajo del médico, lo engañaba […] Empezaba
todo de nuevo, desorientado. Buscaba los lugares donde fuera imposible que no
me doliera. Pero no los encontraba, no encontraba lo imposible, de lo que yo
era dueña y señora. Yo tenía las llaves del dolor” (Aira, C. 2005, p. 32 y 34)
El período que pasa en el hospital muestra claramente esta situación: La
ruptura que puede existir entre el individuo y su entorno modificando sus
patrones interpretativos a partir de un hecho traumatizante.
Tomando
como punto de partida el episodio de la heladería, el niño Cesár Aira se
desdobla en una parte activa (su exterior masculino) y una parte pasiva (su
interiorización femenina) como mecanismo de defensa y medio de supervivencia
mental y material filtrando la realidad y configurándola a placer contra el
hecho de si fue culpa de él que su padre matara al heladero y estuviese en la
cárcel. No es que se entienda o crea niña, si no que se entiende como un ser
prescindible lo que lo dota de una crítica contemplativa mucho más semántica y
ver más allá filtrando solo lo que quiere y/o tiene que ver.
Como
me hice monja es una historia que confirma a César Aira como uno de los herederos
directos de los grandes de la literatura iberoamericana. Los elementos que
exagera (la inocencia, la muerte, la inseguridad, la miseria espiritual) los
utiliza para recalcar como es que a raíz de agentes externos podemos generar
rupturas que nos aíslan de la sociedad… en incluso de nosotros mismos, creando
nuevas personalidades que solo son visibles para nosotros. Altamente
recomendable para aquellos que hayan disfrutado de ficciones y realidades
dimensionalmente distantes pero cercanas como las de Borges, Márquez y Vargas
Llosa.
Referencias:
- Imagen 1: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWNTh-ETNCUa7hMCthTC_CiiBbUIi0_ToEky1T5AcJ6JQmCwo9F7e3HCqdvt58RGvuTKkr3vRwN6tem_4Na6uwci238E1i7RG-6psuAdGmCy8Oz5e68TPAXToAEgO2MQ479Hm88bIkoJFw/s1600/como.jpg
- Imagen 2: http://estaticos01.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2011/01/21/cultura/1295625892_0.jpg
Crónica de una iniciación anunciada: Reseña "Cómo me hice monja" de César Aira. by Fernando Miguel Angel Santamaría Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unported License.
No comments:
Post a Comment